Por Lola Cebolla
La
dignidad no se roba ni se pierde, pueden intentar destruirla. Tal vez
algunos crean que consiguen machacarla o cuestionarla, sin percibir que
son ellos quienes la están perdiendo.
La
dignidad se lleva dentro y nos permite mantenernos erguidos, derechos,
seguros, fuertes y tenaces. Se es o no se es, no es un estado. Ella nos
permite seguir y continuar adelante pese a los problemas con la mirada
de frente, la mente serena preparada para buscar soluciones, nos guía
para ser valientes y luchar por ello. Ella impide que nos hundamos y
seamos presa fácil de opresores y maltratadores.
Solo
los cobardes e ignorantes pueden intentar sustraerla a otros, esos
mismos que carecen de ella y se aprovechan de quienes no tuvieron el
placer de comprobar que solo es humillado quien permite que así sea.
Lección
de dignidad es la humildad, la escucha y la atención. La empatía, la
sinceridad, avergonzarse frente a las mentiras y las manipulaciones.
Simplemente, tratar a los demás como nos gusta ser tratados. Lo
contrario nos hace indignos.
Sepan reconocer cuando alguien la tiene, les conviene si no quieren perder con sus propios actos la propia.
Porque la dignidad solo se pierde voluntariamente, nunca a la fuerza.