Por Asunción Blanco
Cantarle al amor o a las rosas,
cuando todavía es de noche en mi casa,
en las casas del mundo entero,
en todos los senderos,
en todas las galaxias.
Cantarle al amor o a las rosas
desde todos los precipicios,
desde todos los miedos,
desde todos los nombres ocultos.
Cantarle al amor o a las rosas,
porque llegan de países lejanos,
descalzos, llagados, con las heridas abiertas,
buscando un corazón, un refugio,
un amparo que los proteja
del frío y de la nieve,
que les devuelva los ojos de la luna,
sencillos y atónitos.
Cantarle al amor y a las rosas,
antes de que sea tarde,
y nos muerda el hastío o la selva,
antes de que la pena los mate,
y los hombres levanten una estatua en su homenaje.