José Manuel Sito Lerate: buen hombre y un poeta mejor


Me ha parecido oportuno presentarles a José Manuel Sito Lerate: buen hombre y mejor poeta. Sito fue uno de los primeros compañeros que conocí a mi llegada de Badajoz, ocho años atrás, cuando se hacían recitales en el antiguo Gran Café Victoria y por entonces lo llevaba mi paisano: Miguel Ángel Moreno Arroyo. En aquella fecha, dicho poeta, –aparte de recitar–, representaba en esa hermosa cafetería algunas obras de teatro, junto con Milagrosa Ortega Rodríguez, –él es Diplomado en Arte Dramático por LA REAL ESCUELA SUPERIOR DE ARTE DRAMÁTICO Y ENSEÑANZA DE MADRID–, ambos son colaboradores anuales en “EL VUELO DE LA PALABRA” y en “EL CUENTO EN EXTREMADURA”, además de miembros de la tertulia “PÁGINA 72” de Badajoz, al margen de sus trayectorias personales.

José Manuel comenzó a escribir “en serio poesía a la edad de treinta años”. Tiene publicado los poemarios Composición poética siglo XX, El ala de tu fuga, El todo de ni nada, Poemas escogidos, Una suma de silencios, y Pajarita ciega; no obstante, aparte de obras de teatro que tiene suyas, sin publicar, guarda poemarios inéditos y escribe artículos en el periódico regional de Extremadura , diario “HOY”.

Nos encontramos ante un poeta eminentemente clásico, aunque cultive el verso libre. Se denota, también, en muchos de sus trabajos, una clara vinculación con el teatro. Él mismo nos confirma como se inicia su trayectoria: con “la influencia de mi tío Manuel Sito alba, profesor de lengua y literatura, dramaturgo, y Catedrático de Universidad de Historia del Teatro, también fue muy importante en mi vocación artística y literaria”. Sito es un hombre culto, con un bagaje a sus espaldas; actualmente, sigue vinculado a ese mundo: es director y actor en el grupo de teatro “LOS SÍES MÁGICOS”; no obstante prima difundir su última publicación, bajo el título: Topé con Dios (Poemas para rezar declamando) [Prólogo de Alberto González Rodríguez]. Málaga, Corona del Sur, 2017.

En Topé con Dios el poeta utiliza hábilmente la retórica teatral, además de la evidencia o «verdad de Perogrullo», y, en ambas, se denota cierta gracia e ingenio para restar notoriedad, presunción, y bajar el poema a tierra. Utiliza un léxico en cierto modo culto dado que llega a tocar lo sublime con algunos versos puntuales; no obstante, llegado el caso, el autor también utiliza algún giro sencillo, ello produce extrañeza, ironía... por la salida de su redonda simplicidad. En algunos entramados me recuerda a Quevedo, aunque con un halo poético más tierno: Sito es un hombre tierno, bondadoso y sincero, donde los haya luego, en cierto modo es normal que el carácter quede plasmo en su hondo lirismo. Estoy segura que muchos de nosotros coincidiremos al leer dicha obra: Alberto González nos lo explica detenidamente en el prólogo que hizo para el libro: “permite asegurar que obra y autor, autor y obra, son una y la misma cosa”.

Los poemas iniciales en Topé con Dios tienen una clara influencia de San Juan de la Cruz: “y en la paz de la campiña, / hierba hollando / con Dios me topé en su coto / junto al pájaro y la viña, / reposando”. Encontraremos, ya dije, giros teatrales y enclaves didácticos; concretamente en el poema “Humanos”. Existen, también, en el poemario, referencias de lecturas de los clásicos del Siglo de Oro Español, entre ellos: Garcilaso, Góngora, Lope de Vega; veremos, en algunos casos, una chispa “quevediana” de fino o agudo ingenio en el poema “Persignarse ante el espejo”: “Que ante los huesos de mi calavera / –y pues no hay pensamiento que sea indigno–, / yo antes esos huesos siempre me persigno, que es Doña Dignidad Santa Sesera”.

En ciertos momentos del libro me detengo ante el título de algún poema, como ejemplo: “El enigma del rostro de la Virgen” por su presentación sugestiva y carismática, perfecto observador de la trayectoria Mariana (página 89). Hay que reconocer que de igual modo que los poemas de amor son difíciles de lograr la originalidad, por su temática repetitiva, de igual forma hay que esforzare para conseguir la novedad religiosa, dado que algunos de los poetas que presentan sus trabajos, muestran una voz que bien pudiera rayar en la memez, lo infantil e, incluso, lo repetitivo. Este no es el caso: la poética religiosa de Sito Lerate denota franqueza, madurez y un conocimiento del tema. En el trabajo “Elegía anticipada”, página 93, el poeta explica la trayectoria de la vida en el plano espiritual o religioso.

El poemario, en general, va siendo más maduro, a medida que avanzamos en la temática: En “La antepenúltima oración” se denota un claro registro machadiano: “el caminante que reza, / que la oración es camino”. O el poema “Eternidad” tenemos la influencia de Bécquez por su atinada musicalidad. En “Regazo” habla del hombre ante el dilema de la muerte que no es acepta; no obstante, si tiene que ser, irá de buen grado, (no cabe duda que es un registro de sensata madurez y entereza en el poeta).

Me alegra sobremanera que Sito Lerate escriba este tipo de poemas así de bien aunque, hoy en día, su comercialización sea menor que en otros campos literarios; no obstante, él y yo sabemos perfectamente que merece la pena confeccionarlos, recitarlos y difundirlos con la generosidad y entrega que nos explica en su blog de ciudadano actor: “Mi amor a la literatura y al arte es pasional, y ya sin crear no puedo decir que existo, (vivo por y para el arte, como si este fuera el único oxigeno que me mueve, y el único aire que respiro el cual no se dejó contaminar)”.Una muestra o claro ejemplo de lo que una persona honrada pueda sentir. Dediquémonos a lo que amamos, en la medida que nos sea posible, nos reportará una grata satisfacción personal, amén de ir detrás de aquella poética o escritura más fría o convencional. Felicidades Sito por este libro tuyo, de bello sentimiento y firme propósito de vida.

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